sábado, 30 de agosto de 2008

El descanso se acabó


He visto que mientras la piragua estaba holgazaneando al sol de la Bahía de Cádiz (a ver si se van a creer que en UPyD todos pasamos el verano en la Concha), los lectores y colaboradores no se han aburrido, manteniendo interesantes debates en los comentarios. Es lo que tiene la libertad: Aunque se le pongan barreras se desborda por cualquier resquicio.
Lo cierto es que tenía preparado un bonito artículo sobre el derecho a ser críticos y la legitimidad democrática de los cargos de UPyD, pero entre Capitán, Eduardo Ollero y Capitán Magenta lo han dicho ya casi todo.
Intentaremos rescatar lo fundamental.
Una cuestión ha llamado mi atención: La polémica sobre si las personas han de estar por encima de los proyectos o es al contrario. No es un tema trivial, porque hace tiempo me di cuenta que el laicismo, en esencia, es eso: No se trata de negar a Dios (eso sería ateísmo), sino de supeditar las creencias religiosas a las personas. De considerar que las religiones deben su importancia a las personas que creen en ellas, y no al contrario. De que si hay que elegir entre los derechos de una persona y el (supuesto) mandato de una divinidad, prevalece lo primero.
Entiendo que la preocupación de los clérigos (los que hacen de las creencias de los demás su medio de vida) es que de ahí derivemos que Dios, en definitiva, está al servicio del hombre y no al contrario. Ese día se les acaba el cuento a unos cuantos intermediarios.
Pido perdón por mi lenguaje pelín sexista. Es una licencia estilística.
Desde luego, espero que no haya muchas personas en UPyD que crean que las ideas están por encima de las personas. Afirmar tal prevalencia así, tal cual, con toda su crudeza, nos lleva a unas consecuencias terroríficas y permitirían legitimar cualquier barbaridad "por la causa". Gracias a ese pensamiento se han cometido atrocidades como la segunda guerra mundial, los atentados del 11-S o nuestro 11-M, las matanzas en Yugoslavia o Ruanda, los asesinatos de ETA y un largo y triste etcétera cuya simple enumeración daría por desgracia para llenar varios de estos blogs.
Además que absurda es esta idea en política. Si la política es preocuparse por los ciudadanos, ¿cómo vamos a considerarlos inferiores a las ideologías? La política ha de estar al servicio de las personas, y no al contrario.
Uhmm... Esto me suena. ¿Lo he dicho antes?
Eliminados los planteamientos absolutos, supongo que el problema es de graduación. ¿Hasta qué punto han de prevalecer los derechos de cada persona? ¿Hemos de limitar nuestro derecho a criticar las decisiones de los actuales dirigentes de UPyD por proteger al partido?
Muchos compañeros, incluso en este blog, opinan que hemos de silenciar la crítica por fortalecer el proyecto y otros creemos que no y tenemos buenas razones para ello:
En primer lugar, porque la crítica es parte esencial de cualquier proyecto, más aún de un proyecto democrático y regenerador. Sin crítica no hay progreso (creo que la "P" de "UPyD" signifcaba eso). UPyD tiene la responsabilidad de organizar dicha imprescindible crítica para que no perjudique al partido. Conciliar el derecho de opinar (y la necesidad vital de esas opiniones para el proyecto) de todos los afiliados con la buena imagen del partido. Y el método es muy simple: Sólo hay que proporcionar las vías de comunicación apropiadas, algo muy simple con el actual grado de desarrollo de las TIC (Tecnologías de la Información y la Comunicación). Al no hacerlo se incurre en una grave traición a los principios y al espíritu del partido.
En segundo lugar, la práctica totalidad de las críticas que yo conozco y todas las que aquí hemos publicado no atacan al partido, a su proyecto o a sus ideales, sino a algunos dirigentes que han actuado en contra del proyecto y de los ideales que decían defender. A los que nos prometieron libertad y pretendieron colocarnos un yugo (las flechas vinieron luego). Ni el coordinador de esta provincia, ni el de aquella autonomía, ni D. Carlos Martínez ni siquiera Rosa Díez "son" UPyD. Mejor dicho, lo son en la misma medida que lo somos todos los demás. "Un hombre un voto", no se si recuerdan...
Les invito a leer el interesante artículo de Capitán Magenta sobre la cuestión, así como su crónica de la crisis gallega (no tiene desperdicio) y sacar sus propias conclusiones. Incluso pueden publicar sus opiniones como comentarios en este o en aquel blog. Lo digo para que vean la diferencia entre los que aceptamos que TODOS tenemos derecho a exponer nuestras ideas y los que piensan que son dirigentes de UPyD por la gracia divina y por tanto gozan de infalibilidad.
Los dirigentes de UPyD (recordemos que no son cargos, sino funciones, ja, ja) sólo responden ante Dios, no ante los hombres (ni mujeres).
En último lugar, recordemos que cuando están en juego derechos individuales, como la libertad de expresión, sólo cada uno de nosotros puede renunciar a ejercerlos. Es lógico que a algunos no les parezca bien que yo diga estas cosas (por diferentes motivos. Un diez para la taxonomía del Capitán Magenta) pero yo soy el único que puede decidir hablar o callarme.

...y si sus puertas me cierra, de mis actos en la tierra, responda el cielo, no yo.